Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad (parte 6)

 

SEGUNDO BRAHMANA     

 Svetaketu Aruneya fue al pueblo de los Pañkalas. Se acercó a Pravahana Gaivali, que iba deambulando (rodeado por sus hombres). Tan pronto como el rey le vio, le dijo: “¡Hijo mío!” Svetaketu respondió: “¡Señor!” Entonces el rey dijo: “¿Has sido enseñado por tu padre?” “Sí”, respondió.          
 El rey dijo: “¿Sabes cómo los hombres, cuando se van de aquí, se separan unos de otros?” “No”, respondió. “¿Sabes cómo vuelven a este mundo?” “No”, respondió. “¿Sabes cómo ese mundo nunca se llena con los muchos que una y otra vez parten hacía allá?” “No”, respondió. “¿Sabes por la ofrenda de qué libación las aguas son dotadas de una voz humana y se levantan y hablan?” “No”, respondió. ¿Conoces el acceso al camino que conduce a los Devas y el camino que conduce a los antepasados, y por qué acciones el hombre consigue encontrar el camino que conduce a los Devas o el que conduce a los antepasados?” Porque incluso hemos oído decir a un Rishi: “Oí hablar de dos caminos para los hombres, uno que conducía a los antepasados, y el otro que conducía a los Devas. En esos caminos sigue caminando todo lo que se mueve, todo lo que existe entre el padre (cielo) y la madre (tierra)”. Svetaketu dijo: “No sé responder ni siquiera a una de estas preguntas”.       
 Entonces el rey le invitó a quedarse y aceptar su hospitalidad. Pero el chico, sin importarle la hospitalidad, se escapó, volvió a su padre y le dijo: “¡Así que decías de mí que estaba bien instruido!” El padre dijo: “¿Qué ocurre, pues, sabio?” El hijo replicó: “Raganya me hizo cinco preguntas y no supe responder a ninguna de ellas”. “¿Cuáles eran éstas?”, dijo el padre. “Estas fueron”, contestó el hijo, mencionando las diferentes preguntas. 
 El padre dijo: “Tú me conoces, criatura, y todo lo que conozco, te lo conté. Pero ven, iremos y residiremos allí como estudiantes”. “Tú puedes ir, Señor”, contestó el hijo. Entonces Gautama fue al lugar donde vivía Pravahana Gaivali y el rey le ofreció su asiento, pidió agua para él, y le dio las ofrendas apropiadas. Luego le dijo: “Señor, otorgamos un deseo a Gautama”.
 Gautama dijo: “Ese deseo me es prometido; dime pues, las mismas palabras que dijiste en presencia de mi hijo”.           
 El dijo: “Eso pertenece a los deseos divinos, pídeme uno de los deseos humanos”.         
 El dijo: “Tú bien sabes que poseo suficiente oro, vacas, caballos, esclavos, asistentes y vestidos; no me colmes de lo que ya tengo en grandes cantidades, en abundancia y superabundancia”. El rey dijo: “Gautama, ¿quieres recibir enseñanza de mí de la forma adecuada?” Gautama respondió: “Vengo a ti como un discípulo”. De palabra solamente algunos sabios anteriores (aunque de la casta de los brahmines) habían venido como discípulo (de gente de rango inferior), mas Gautama permaneció allí realmente como discípulo (de Pravahana, que era un Raganya) para obtener la fama de haber servido respetuosamente a su maestro.          
 El rey dijo: “No te sientas ofendido con nosotros, ni tú ni tus antepasados, porque hasta ahora este Conocimiento nunca estuvo en posesión de ningún brahmín. Pero te lo revelaré, ya que, ¿quién podría rechazarte hablando de ese modo?     
 “El altar (fuego), oh Gautama, es ese mundo (cielo); el combustible es el mismo sol, el humo sus rayos, la luz el día los carbones los puntos cardinales, las chispas los puntos car dinales intermedios. En ese altar los Devas ofrecen la libación Sraddha (que consiste en agua). De esa oblación aparece el Soma, el rey (la luna).       
 “El altar, oh Gautama, es Parganya (el dios de la lluvia) el combustible el mismo año, el humo las nubes, la luz el relámpago, los carbones el rayo, las chispas los truenos. En es altar los Devas ofrecen Soma, el rey (la luna). De esa oblación surge la lluvia.           
 “El altar, oh Gautama, es este mundo; el combustible es la misma tierra, el humo el fuego, la luz la noche, los carbones la luna, las chispas las estrellas. En ese altar los Devas ofrecen la lluvia. De esa oblación surge la comida.        
 “El altar, oh Gautama, es el hombre; el combustible 1a boca abierta, el humo la respiración, la luz la lengua, los carbones el ojo, las chispas el oído. En ese altar ofrecen alimentos los Devas. De esa oblación surge la semilla.  
 “El altar, oh Gautama, es la mujer. En ese altar los Devas ofrecen la semilla. De esa oblación surge el hombre. Vive e tiempo que le toque vivir, y cuando muere,       
 “le llevan al fuego (pira funeraria), y en verdad el fuego del altar es fuego, el combustible cumbustible, el humo humo, la luz luz, los carbones carbones, las chispas chispas. En es mismo fuego del altar los Devas ofrecen al hombre, y de es oblación emerge el hombre, de un color brillante.
 “Aquellos que conocen esto (incluso los Grinasthas), y aquellos que en el bosque adoran la fe y al Verdadero (Bhahman Hiramyagarbha), van a la luz (arkis), de la luz al día, del día a la mitad creciente, de la mitad creciente a los seis meses cuando el sol se va al norte, de esos seis meses al mundo de los Devas (Devaloka), del mundo de los Devas al sol, del sol al lugar del relámpago. Cuando de este modo han llegado al lugar del relámpago un espíritu se acerca a ellos y les conduce a los mundos de Brahma. En estos mundos de Brahma viven ensalzados durante siglos. Para ellos no hay retorno.
 “Pero los que conquistan los mundos (estados futuros) por medio del sacrificio, caridad, austeridad, van al humo, del humo a la noche, de la noche a la mitad decreciente de la luna, de la mitad decreciente de la luna a los seis meses cuando el sol va al sur, de estos meses al mundo de los antepasados, del mundo de los antepasados a la luna. Habiendo llegado a la luna, se convierten en alimentos y entonces allí los Devas se alimentan de ellos, del mismo modo que los que hacen sacrificios se alimentan del Soma, a medida que aumenta y disminuye. Pero cuando esto (el resultado de sus buenas acciones en la tierra) cesa, vuelven de nuevo a ese éter, del éter al aire, del aire a la lluvia, de la lluvia a la tierra. Y cuando han llegado a la tierra, se convierten en alimentos, son ofrecidos de nuevo en el fuego del altar que es el hombre, y de ahí nacen en el fuego de la mujer. Así emergen hacia los mundos, y hacen el mismo recorrido anterior. “Sin embargo, aquellos que no conocen ninguno de estos dos caminos, se convierten en gusanos, pájaros y reptiles.”

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