TERCER BRAHMANA
Había dos clases de descendientes de Pragapati, los Devas y los Asuras. Los Devas eran los más jóvenes y los Asuras, los mayores. Los Devas, que estaban luchando en estos mundos, dijeron: “Venzamos a los Asuras en los sacrificios, cantando los himnos (udgitha)”.
Aquellos dijeron al habla (Vak): “Canta para nosotros los himnos (udgitha)”. Asintió el habla y cantó los udritha para ellos. Todo deleite que existe en el habla lo obtuvo para los Devas cantando (los tres pavamanas); pero hubo otros himnos que aún pronunció mejor (los otros nueve pavamanas), cuya gloria se reservó para sí misma. Los Asuras se percataron y exclamaron: “En verdad, con este cantor nos vencerán”. Entonces se precipitaron contra él, llenándole de maldad. De este modo, hay un mal que consiste en decir lo que no es verdad.
Entonces los Devas dijeron al aliento (perfume): “Canta rara nosotros”. Asintió el aliento (perfume). Así, pues, el deleite que existe en el olfato aquél lo obtuvo para los Devas cantando; mas lo que olía mejor se lo reservó para él. Los Asuras se percataron: “Ciertamente, con este cantor nos vencerán”. Entonces se precipitaron contra el cantor, llenándole de maldad. De este modo hay un mal que consiste en oler lo que es malo.
Entonces dijeron al ojo: “Canta para nosotros”. “Sí”, dijo el ojo y cantó. El placer que hay en la visión lo obtuvo él para los Devas cantando; pero lo más hermoso que vio lo reservó para sí mismo. Los Asuras se dieron cuenta y exclamaron: “En verdad, con este cantor nos vencerán”. Entonces le rodearon y le traspasaron con el mal. De este modo, hay un mal que consiste en ver lo que es malo.
Entonces invitaron al oído: “Canta para nosotros”. Asintió el oído, y cantó. Todo el deleite que hay en el oído, lo obtuvo él para los Devas cantando; pero lo mejor que oyó lo reservó para sí mismo. Los Asuras, conociendo aquello, dijeron: “Verdaderamente con este cantor nos vencerán”. Entonces corrieron hacia el cantor y le llenaron de maldad. De esta forma hay un mal que consiste en escuchar lo perverso.
Entonces dijeron a la mente: “Canta para nosotros”. “SÍ”, dijo la mente, y cantó. El deleite que se halla en la mente, lo obtuvo él para los Devas cantando; pero lo mejor que pensó lo reservó para sí mismo. Los Asuras, sabiéndolo, exclamaron: “En verdad, con este cantor nos vencerán”. Entonces le rodearon y le llenaron de maldad. Así hay un mal que consiste en pensar lo perverso. De esta forma los Asuras sumieron a esas deidades en el mal, llenándolas de maldad.
Entonces los Devas dijeron al aliento vital: “Canta para nosotros”. Asintió el aliento, y cantó. Los Asuras, conociendo aquello, exclamaron: “Ciertamente, con este cantor nos vencerán”. Entonces corrieron hacia él y le llenaron de maldad. Sin embargo, como una bola de barro que da con una piedra, rompiéndose en mil pedazos, de igual modo aquellos perecieron, esparciéndose sus pedazos en todas direcciones. De esta forma los Devas se levantaron altivos, mientras los Asuras se precipitaron en el abismo. Quien conoce esto, se eleva por encima de su ser; en verdad su enemigo más odiado es sumido en el abismo.
Entonces los Devas inquirieron: “¿Dónde está aquel que nos ha salvado?” Su salvador era el aliento que mora más allá del interior de la boca (“asye’ntar”), por lo cual es llamado Ayasya; él es la sabia (“rasa”) que da vida a las partes del cuerpo (“anga”), por lo cual es llamado Angirasa.
Esa deidad fue llamada Dur, pues la Muerte fue alejada (“duran”) de ella. Quien conoce esto, no puede ser alcanzado por la muerte.
Esa deidad, después de sacar el mal de aquellas deidades, envió a la muerte a los cuatro confines de la tierra. Allí depositó sus pecados. Por consiguiente, nadie debe ir hasta los confines de la tierra, pues en ellos mora la muerte.
La deidad que mora en el aliento vital, después de sacar el mal de las otras deidades, las llevó más allá de a muerte.
Primero liberó al habla. Cuando el habla fue liberada de la muerte, se convirtió en lo que había sido anteriormente: Agni (el fuego). Así pues, Agni, después de traspasar los límites de la muerte, brilla en toda su plenitud.
Después liberó a la respiración. Cuando la respiración hubo sido liberada de la muerte, se convirtió en Vayu (aire). Vayu, después de traspasar los límites de la muerte, sopla con toda su fuerza.
Después liberó al ojo. Cuando el ojo hubo sido liberado de la muerte, se convirtió en Aditya (el sol). Aditya, después de traspasar los límites de la muerte, arde con toda su fuerza.
Después liberó al oído. Cuando el oído hubo sido liberado de la muerte, se convirtió en los cuatro puntos cardinales. Estos son nuestros cuatro puntos cardinales, que han traspasado los límites de la muerte.
Después liberó a la mente. Cuando la mente fue liberada de la muerte, se convirtió en la luna (Kandramas). La luna, después de traspasar los límites de la muerte, brilla en todo su esplendor. A quien conoce esto, esta deidad le conduce más allá de los confines de la muerte.
Entonces el aliento vital entonó su canto y obtuvo alimento comestible para él. Así toda comida es alimento sólo para el aliento, y en el aliento únicamente reposa. Los Devas dijeron: “En verdad, tú has conseguido obtener la verdadera comida para tu ser. Danos, Pues, una parte de esa comida”. Aquél respondió: “Entrad dentro de mí”. Ellos asintieron y entraron todos dentro de él. Por consiguiente toda comida es alimento para el aliento y por él todos los demás sentidos son satisfechos.
Si un hombre conoce esto, se convierte en sustentador de sus familiares; en verdad él es su guía principal y su gobernante. Si alguna vez entre sus propios familiares tratara alguien de oponerse a quien posee este conocimiento, perdería al instante todo lo que poseyera. Sin embargo, quien sigue al hombre que posee este conocimiento en su corazón, obtiene todos los bienes de la tierra.
Aquél (el aliento vital) fue llamado Ayasya Angirasa, pues él es la savia (“rasa”) de las partes del cuerpo (“anga”). Sí, en verdad el aliento es la savia de los órganos del cuerpo. Por consiguiente, aquel órgano que deja de recibir el aliento vital, Se seca, pues deja de recibir la savia de los órganos del cuerpo. El aliento es también Brihaspati, pues el habla es Brihati (Rig-Veda), y él es su señor; por consiguiente él es Brihaspati.
El aliento es también Brahmanaspati, pues el habla es Brahma (Yagur-veda) y él es su señor; por consiguiente él es Brahmanaspati. El aliento es también Saman (los Udgitha), pues el habla es Samari (Sama-veda), que a la vez es el habla (sa) y el aliento (ama). Por este motivo Saman es llamado Saman.
0 porque es igual (Saman) que un gusano, igual que un elefante, igual que los tres mundos e igual que el universo, por eso es Saman. Quien conoce a Saman, obtiene la unión con él.
El aliento es Udghita. En verdad el aliento es Ut, pues el aliento mantiene a este universo; y el aliento es Ghita, el canto. Y puesto que él es “ut” y “ghita”, él es Udghita.
Así fue como Brahmadatta Kaikitaneya (el nieto de Kikitana), tomando a Soma dijo: “Que Soma me corte la cabeza si Ayasya Angirasa cantara otro Udgitha (himno) distinto Pues él es en verdad el habla y el aliento”.
Quien conoce la propiedad de Saman (el aliento), obtien su poder. En verdad su propiedad es el tono de voz. Por con siguiente, el sacerdote que debe entonar los himnos de Sama ha de desear que su voz tenga un buen tono; debe realizar e sacrificio con un tono de voz perfecto. Por consiguiente quienes busquen a un sacerdote para realizar los sacrificios, deberán asegurarse de que posee buena voz, es decir que su voz posee la propiedad esencial para los sacrificios, pues quien conoce la propiedad de Saman, obtiene la unión con él.
Quien conoce el oro de Saman obtiene su poder. En verdad el oro de Saman se halla únicamente en el tono. Quien pues, conoce el oro de Saman, obtiene su poder.
Quien conoce cuál es la base en la que se sostiene Saman él mismo es sostenido por él. En verdad su sostén está en el habla únicamente, pues el aliento es cantado como Saman. Sin embargo, algunos necios afirman que el sostén es la comida. Después sigue el Abhyaroha (la ascensión) de los versos Pavamana. En verdad cuando el sacerdote empiece a cantar e Saman, el sacrificador debe recitar estos versos: “Llévame de la irrealidad a la realidad! ¡Llévame de 1a oscuridad a la luz! ¡Llévame de la muerte a la inmortalidad!. Cuando aquél dice: “Llévame de la irrealidad a la realidad”, la irrealidad es en verdad la muerte, y la realidad 1a inmortalidad. Por consiguiente, aquél dice: “Llévarne de la muerte a la inmortalidad, hazme inmortal”. Cuando él dice: “Llévame de la oscuridad a la luz”, 1a oscuridad es en verdad la muerte y la luz la inmortalidad Por consiguiente aquél dice: Llévame de la muerte a la inmortalidad, hazme inmortal”. Cuando él dice: “Llévame de la muerte a la inmortalidad”, no hay ningún significado oculto.
Después vienen los otros himnos mediante los cuales el sacerdote puede obtener comida para sí mismo. Por consiguiente el sacrificador, mientras se cantan himnos, debe pedir un deseo, cualquier deseo que desee obtener. Un sacerdote que conoce esto obtiene con sus cantos cualquier deseo que quiera alcanzar, ya para sí mismo, ya para el sacrificador. Este conocimiento en verdad se llama el conquistador de los mundos. Quien, pues, conoce este Sama, para él no existe el miedo de no ser admitido al mundo supremo.