Bṛhadāraṇyaka Upaniṣad (parte 1)


QUINTO BRAHMANA         

 Cuando el padre (de la creación) hubo producido, mediante Conocimiento y penitencia (acciones), las siete clases de Comida, distribuyó una de ellas a todos los seres y dos a los Devas. Hizo tres para él y una la distribuyó a los animales. Esta es la base de todo, para los seres que respiran y para los que no respiran. ¿Por qué entonces los seres no perecen, aunque son comidos por otros? Quien conoce al imperecedero, conoce la esencia de lo que come. Va a los Devas y en ellos encuentra la fuerza.           
 Cuando se dice que el padre produjo mediante Conocimiento y penitencia las siete clases de comida, está claro que así lo hizo. Cuando se dice que una de ellas fue común, esa es la comida común de todo lo que se come. Quien adora (come esa comida común), permanece en el mal, pues en verdad esa comida pertenece a todos los seres. Cuando se dice que asignó dos clases de comida a los Devas, se refiere al huta, que es sacrificado en el fuego, y al para-huta que es entregado para el sacrificio. Pero también se dice que los sacrificios de luna nueva y luna llena son divinos; por consiguiente no se delerían ofrecer con un deseo. Cuando se dice que “una clase de alimento dio a los animales”, se refiere a la leche. Pues en el principio (en su infancia) los animales y los hombres viven de leche. Así cuando nace un bebé, o bien le hacen lamer “ghrita” (mantequilla) o bien le dan de pecho. Por consiguiente a un recién nacido le llaman “atrinada” es decir, que no come hierbas. Cuando dicen: “en ello descansa todo, lo que respira y lo que no respira”, vemos que todo, lo que respira y lo que no respira, se basa y depende de la leche. Y cuando se dice (en otro Brahmana) que un hombre que ofrece sus sacrificios con leche un año entero, traspasa los umbrales de la muerte, no es así exactamente. No, pues en el mismo día en que ofrece el sacrificio, en ese mismo día traspasa los umbrales de la muerte; así pues, quien conoce esto, ofrece a los dioses la comida entera (toda la leche). Cuando se dice: “¿Por qué éstos no perecen, a pesar de ser comidos continuamente?”, respondemos: En verdad, la Persona es imperecedera y ella produce el alimento una y otra vez. Cuando se dice que “come la comida con el rostro”, el rostro significa la boca, pues ella (la persona) la come con su boca. Cuando decimos que “va a los Devas, y en ellos halla la fortaleza”, eso significa una alabanza.         
 Cuando decimos que “hizo tres clases de alimento para sí mismo”, eso significa que creó la mente, el habla y el aliento para sí mismo. Cuando la gente dice: “Mi mente estaba en todas partes, pero no la pude ver; mi mente estaba en todas partes, pero no la pude escuchar”, está claro que el hombre ve con su mente y oye con su mente. El deseo, la representación, la duda, la fe, la falta de fe, la memoria, el olvido, la vergüenza, la reflexión, el miedo, todo esto es mente. Por consiguiente, si a un hombre le tocan la espalda, lo percibe mediante la mente. Todo sonido que existe, esto es habla. El habla es un medio, no es nada en sí misma. Todas las respiraciones, interiores y exteriores, no son más que “prana”. En verdad en eso consiste el Ser, y el Ser consiste en palabra, mente y aliento.     
 Estos son los tres mundos: la tierra es la palabra, el firmamento es la mente y el cielo es la respiración. 
 Estos son los tres Vedas: el Rig-veda es la palabra, el Yagur-veda la mente y el Sama-veda el aliento.  
 Estos son los Devas, los antepasados y los hombres: los Devas son la palabra, los antepasados la mente y los hombres el aliento.
 Estos son el padre, la madre y el hijo: el padre es la mente, la madre la palabra y el hijo el aliento.         
 Estos son lo conocido, lo que está por conocer y lo desconocido. Lo conocido tiene la forma del habla, pues el habla es conocida. El habla ha tomado esta forma para proteger al hombre.        
 Lo que está por conocer tiene la forma de la mente, pues la mente es lo que está por conocer. La mente ha tomado esta forma para proteger al hombre.
 Lo desconocido tiene la forma del aliento, pues el aliento es desconocido. El aliento ha tomado esta forma para proteger al hombre.           
 En el habla (que es la comida de Pragapati) la tierra es el cuerpo, la luz la forma, es decir, el fuego. Hasta donde se extiende el habla, se extiende la tierra y el fuego.   
 El cielo de la mente es el cuerpo, y la luz la forma, es decir el sol. Hasta donde se extiende el habla, se extiende el cielo y el sol. Si éstos (el fuego y el sol) se abrazan, nace el viento, cuyo poder es Indra, superior a todos. Quien conoce esto, no tiene rival.    
 El agua de este cuerpo es el aliento, y la luz su forma, es decir, la luna. Hasta donde se extiende el aliento, se extiende el agua y la luna. Todos estos poderes son similares, infinitos. Quien les adora como poderes finitos, obtiene un mundo finito, pero guíen les adora como infinitos, obtiene un mundo infinito.        
 Pragapati es el año, que consiste en dieciséis cifras. La noches son sus primeras quince cifras y el punto fijo su decimosexta cifra. Pragapati, el año, aumenta y disminuye la cifra de sus noches. Cuando en la parte decimosexta de la noche de luna llena entró en todo lo viviente, nació de nuevo en la mañana. Por consiguiente, que nadie corte la vida de ningún ser vivo en esa noche, ni siquiera la vida de una lagartija, en honor (pugartham) de tal deidad.    
 En verdad Pragapati, que consiste en dieciséis cifras, que son el año, es igual a un hombre que conoce esto. Su riqueza consiste en las quince cifras y su Ser es la cifra decimosexta. El aumenta y disminuye a causa de esta riqueza. Su Ser el eje de una rueda y su riqueza los radios. Por consiguiente, quien lo pierde todo, pero vive con el Ser, la gente le dirá: perdió sólo los radios de la rueda (que pueden ser arreglad de nuevo). 
 En verdad, hay tres mundos: el mundo de los hombres, el mundo de los antepasados y el mundo de los Devas. El mundo de los hombres sólo puede ser ganado por un hijo, no a través de acción alguna. Mediante el sacrificio se alcanza el mundo de los antepasados y mediante el conocimiento se obtiene el mundo de los Devas. El mundo de los Devas es el mejor de los mundos, pues ellos gozan del Conocimiento.       
 Luego sigue la entrega del alma. Cuando un hombre cree que va a fallecer, dice a su hijo: “Tú eres Brahma, tú eres sacrificio, tú eres el mundo”. El hijo responde: “Yo soy Brahma, yo soy el sacrificio, yo soy el mundo”. Todo lo que uno ha aprendido (por medio del padre), eso en sí es Brahma. Todos los sacrificios que existen no son más que un solo sacrificio. Todos los mundos que existen no son más que un solo mundo. En esto reside toda la esencia de la sabiduría. Cuando un padre que conoce esto deja este mundo, entra en su hijo junto con sus propios espíritus (mente, habla y aliento). Si el padre ha hecho algo malo, el hijo lo puede remediar mientras viva. Mediante la ayuda de su hijo, el padre permanece firme en su mundo. Entonces estos espíritus divinos e inmortales (habla, mente y aliento) penetran en él.      
 De la tierra y del fuego, el habla divina penetra en él. En verdad aquélla es la divina palabra, pues todo lo que dice se llena de verdad.
 Del cielo y del sol, la mente divina entra en él. En verdad, aquélla es la mente divina, pues quien se pone en contacto con ella se llena de dicha y deja de sufrir para siempre. 
 Del agua y de la luna, el aliento divino entra en él. En verdad aquél es el aliento divino, el cual, ya se mueva o no, jamás sufre cansancio alguno y por consiguiente no perece. Quien conoce esto, se convierte en el ser de todos los seres. Tal como es esa deidad (Hiranyagarbha), así se convierte él. Y al igual que todos los seres adoran a esa deidad, así todos los seres veneran a quien conoce esto. El sufrimiento que sienten las criaturas no se acerca a él, pues en verdad, el mal no se acerca a los Devas.           
 Luego sigue la consideración de las acciones. Pragapati creó las acciones (los sentidos activos). Cuando hubieron sido creados, empezaron a disputar entre sí. La voz dijo: hablaré; el ojo dijo: veré; el oído dijo: oiré; y así las demás acciones, cada una según su función. La Muerte entonces los tomó y se los llevó consigo. Cuando los hubo tomado, los retuvo (de su función). Por consiguiente el habla crece débil, el ojo crece débil y el oído crece débil. Pero la muerte no pudo tomar al aliento vital. Entonces los demás, al tratar de conocerle, dijeron: “En verdad, él es el mejor de nosotros, pues, se mueva o no, no sufre cansancio alguno y no perece jamás. Tomemos, pues, su forma”. Así fue cómo aquéllos tomaron su forma; por consiguiente son llamados “alientos” (espíritus). En toda familia hay quien conoce esto; por lo cual esa familia es llamada por el nombre de tal persona. Y quien disputa con alguien que conoce esto, acaba por morir. Hasta aquí todo lo que se refiere a este cuerpo.      
 Ahora sigue todo lo que se refiere a las deidades. Agni (el fuego) dijo: yo haré que las cosas ardan; Aditya (el sol) dijo a su vez: yo produciré calor; Kandramas (la luna) dijo entonces: yo daré brillo; y así todas las demás deidades cada una según su función. Y tal como sucedió con el aliento vital y con los espíritus, así sucedió con Vayu, el viento de la deidades. Las demás deidades desaparecieron, excepto Vayu. Vayu es la deidad que siempre existe. 
 Así se alaba en este Sloka: “Aquel de quien el sol surge y en quien el sol se pone (ciertamente surge del aliento y se pone en el aliento). “Aquel que es la ley para los Devas, es el hoy y el mañana también.” Por consiguiente, el hombre debe sufrir un solo mandato seguir el aliento que mora en su interior para que la maldad de la muerte no pueda alcanzarle jamás. Quien siga este único mandato, obtendrá la unión perfecta con la deidad de 1as deidades.

 

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